Calidad Néroliane

En el laboratorio, nuestra primera aproximación es olfativa: ¿tiene la esencia buen aspecto, huele a lo que se supone que debe oler? Declina su identidad olorosa. Una amplia biblioteca de muestras nos permite tener en la nariz nuestras referencias en caso de duda, para una esencia que necesitemos recordar. La supuesta subjetividad del olfato tiene poco sentido en la identificación de los aceites esenciales. Nuestro enfoque es como el de un afinador de pianos, que busca la nota correcta. El margen de fluctuación tolerable es conocido y limitado: la naturaleza juega, pero rara vez hace aberraciones.

Una vez superada esta primera prueba, llega el momento del análisis físico y químico. La esencia se despliega en sus distintos constituyentes, que deben evolucionar dentro de unos rangos de valores bien establecidos, pero también mantener entre ellos relaciones que sean verdaderos marcadores. La proporción de constituyentes entre sí constituye una firma de identidad mucho más fina que los propios constituyentes.

Por último, cuando hemos reunido toda esta información, volvemos a la olfacción para volver a evaluar la armonía de la esencia. El todo es mucho más que la suma de sus partes y deconstruir una esencia es un ejercicio necesario pero no suficiente. Del mismo modo que la ausencia de enfermedad no certifica la salud. Hay un alma suplementaria, nacida de la sinergia de todos estos elementos, y sin duda de otros que no vemos, que hará que la esencia que se nos ha propuesto sea aceptada o rechazada.

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