La gran historia de los aceites esenciales

Aunque las sustancias aromáticas y las resinas se han utilizado durante siglos en ceremonias religiosas, sacrificios y para embalsamar a los muertos, es difícil precisar la fecha exacta de la primera extracción de "aceite esencial".

Los relatos más antiguos sobre la obtención de productos naturales figuran en los libros sánscritos de los ayurvedas.

Los hindúes conocían la fermentación y obtenían productos por destilación, como las esencias de cálamo y andropogon. Pero se trataba de soluciones alcohólicas: las primeras destilaciones servían para obtener alcohol del vino, aguardiente de la miel fermentada.

Egipcios y persas, expertos en el arte de la destilación. Los egipcios y los persas eran expertos en el arte de la destilación. Aislaron perfumes y conocieron la esencia de trementina, que se extraía de la resina de la planta "Pistacia terebenthus": probablemente el primer aceite esencial extraído por destilación seca.

Los griegos hicieron mucho con los aceites perfumados. Los usaban para curar. Durante la epidemia de peste en Atenas, Hipócrates (377 a.C.) recetó grandes hogueras de enebro, cedro, maderas fragantes y plantas aromáticas. En el siglo I d.C., un médico griego de Asia Menor, Discórides, escribió una obra titulada "Sobre el tema de la materia médica", en la que habla de los usos medicinales de las aguas destiladas.

Los romanos, grandes usuarios de perfumes, utilizaban las sustancias aromáticas en forma de grasa aromática o aceite perfumado. Conocían las propiedades antibacterianas y antisépticas de las plantas aromáticas que cultivaban. Se dice que, durante la gran epidemia de peste, Esculapio aconsejó la fumigación con plantas que contenían esencias como romero, laurel, salvia, canela y clavo.

Los árabes, expertos en "alquimia", medicina y agua de manantial natural, inventaron el serpentín en la Alta Edad Media para mejorar la refrigeración del producto destilado.

En el siglo IX, los escritos de Geber ofrecen una descripción de la destilación seca y de la destilación acuosa.

En el siglo XIII, Arnoldo Villanova de Bachone hizo la primera descripción seria de la destilación de aceites esenciales con trementina y romero. Raymond Lulle consiguió destilar salvia. Al mismo tiempo, se completó con éxito la destilación de almendra amarga, ruda, canela, rosa y sándalo. Pero en realidad se trataba de aguas aromáticas destiladas.

Los aparatos de destilación evolucionaron en el siglo XIV. Sólo el aceite de trementina representaba un verdadero aceite esencial.

A finales del siglo XV, un médico de Estrasburgo, Jérôme Brunschwig, menciona únicamente los aceites de áspic, trementina, enebro y romero, pero estos destilados seguían siendo muy alcohólicos.

En el siglo XVI, Giovanni Battista della Porta escribió el libro "De Distillatione" en el que distinguía entre aceites grasos, aceites esenciales y la forma de separar las esencias de las aguas aromáticas destiladas.

En el siglo XVII, los aceites esenciales se utilizaron por primera vez como tales. En Provenza, en particular, los boticarios y herboristas fueron prescribiendo aceites esenciales de lavanda, tomillo y romero.

A finales del siglo XIX, con la llegada de la química orgánica, las esencias fueron desvelando sus secretos: son una mezcla de numerosos componentes, terpenos, alcoholes, ésteres, aldehídos, cetonas, fenoles, etc.

Hubo que esperar hasta 1970-1980 para que algunos médicos especializados en fitoterapia y aromaterapia -el Dr. Jean Valnet firmó el primer tratado en 1976- prescribieran como tratamiento preparados magistrales a base de aceites esenciales como cápsulas, supositorios, óvulos, jarabes, pomadas, geles, cremas, aceites de masaje y gotas, un conjunto terapéutico capaz de aliviar o incluso curar. No obstante, deben respetarse la dosis y la duración del tratamiento.

Conclusión

Afirmar que la aromaterapia cura siempre todos los síndromes sería una exageración, pero el uso bien entendido y paciente de estos tratamientos minimiza o elimina los problemas, especialmente las enfermedades crónicas, y garantiza el bienestar.

El uso de aceites esenciales tiene el raro privilegio de ser a la vez la terapia más antigua y la más actual para prevenir y curar. "Renacerán muchas cosas que hace tiempo estaban olvidadas", escribió ya Horacio. ¿Un visionario?

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